lunes, 21 de julio de 2014

El sistema educativo no estimula la creatividad


La creatividad es un tema que me maravilla. Me asombra la capacidad del ser humano de inventar y crear objetos, ideas y conceptos nuevos. Es la característica que nos distingue como seres humanos. Sin ella, no estaríamos aquí, no hubiéramos sido capaces de imponernos al resto del reino animal. No tenemos una constitución física capaz de ello, pero sí una gran inteligencia.

La creatividad se encuentra en cada aspecto de nuestra vida. Por ejemplo, la tecnología necesaria para poder escribir esta entrada en el blog surgió de la mente de personas creativas. Y lo mismo podemos decir de todo lo que nos rodea: la música, la pintura, el cine, los videojuegos, la ciencia, y un largo etcétera.

Dicho esto, cuesta creer que nuestro sistema educativo no fomente la creatividad, sino todo lo contrario. Puedo hablar de mi caso en particular, del que estoy viviendo yo mismo. Podría empezar hablando del instituto, pero lo voy a hacer con la etapa más reciente de mi vida: la carrera que estoy estudiando, la carrera de medicina.

Recuerdo que antes de entrar en la carrera tenía una ilusión tremenda por aprender cómo funcionábamos por dentro, cuáles eran los motivos por los que enfermábamos y cómo podíamos utilizar ese conocimiento para curarnos. Es, sin duda, una ocupación preciosa. Empecé de esa manera con gran ilusión la universidad, muy motivado al principio.

Sin embargo, pasaron los años y la desgana se fue apoderando de mí poco a poco. El panorama no era alentador ni mucho menos. Una buena parte del profesorado llega a clase, te suelta el rollo leyendo las diapositivas sin interacción alguna con el alumnado, y fin de la clase. A la hora siguiente llega otro profesor, el mismo rollo de siempre, y fin de la clase. Y así hasta que acaba la dilatada y tediosa mañana. No es de extrañar que en algunas de estas clases no vaya apenas gente, lo comprendo perfectamente.

Parece que el mensaje que se quiere transmitir al alumno es el siguiente: "toma, aquí tienes este temario (un temario tocho, dicho sea de paso), empóllatelo bien que luego vamos a hacer un examen donde te analizaremos lo bien que has memorizado los temas, palabra por palabra. ¡Ah!, y se me olvidaba, olvídate del ingenio que tengas porque aquí no hay lugar para la creatividad."

Es paradójico que la carrera nos pida esto cuando la medicina actual tiene sus bases en las ideas de personas creativas, de personas que modificaron nuestros libros de texto por completo. Aprendemos muchos conocimientos sin saber el porqué, y lo que es peor, no recalcan la labor de la investigación, de toda la ciencia que hay detrás. Nunca me dejará de sorprender los pocos alumnos de medicina que se interesan por la investigación cuando precisamente ésta es la base de la medicina que conocemos, la causa de que podamos curar tantas vidas e incluso erradicar enfermedades.

El resultado final de este método de enseñanza: el aburrimiento. Hablando sobre mi experiencia, es cuando menos curioso que me desanime con una carrera que me fascina. Yo, como persona creativa que me considero, tengo que abandonar esta virtud mía durante la carrera y rescatarla en otras áreas diferentes, ya sea en mi afición por la astronomía, por la ciencia en general, por escribir en los blogs, o por la informática; y dejar la carrera a un lado en este sentido porque en absoluto me estimula. Es una sensación extraña saber que tienes capacidad para dar mucho más y no utilizarla por los motivos que he comentado.

En definitiva, y resumiendo un poco las líneas anteriores, es bastante alarmante que el sistema educativo no promueva la creatividad entre los jóvenes cuando los cimientos de nuestra sociedad radica en ella. Tal vez ésta sea una de las explicaciones del por qué los niños tienen esta cualidad más desarrollada que los adultos, pues la enseñanza ya se dedica a mermar nuestra capacidad creativa con el paso del tiempo.

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